Nota del editor:
Este es un fragmento adaptado del libro Solo en Cristo: Una vida centrada en el evangelio (Poiema Publicaciones, 2016).
Al final de un curso de teología que yo estaba enseñando (felizmente, ahora no estoy seguro de dónde era), incluí la siguiente pregunta en el examen:
«Aprendí que hay camino para el infierno desde la misma Puerta del Cielo, lo mismo que desde la Ciudad de Destrucción» (John Bunyan, El progreso del peregrino). Analice.
Algunos estudiantes, percibiendo de manera acertada que probablemente se esperaba un análisis de la doctrina de la perseverancia, ¡afirmaron que el autor de esta cita obviamente era arminiano!
La experiencia me enseñó dos lecciones sensatas:
1) Hay muchos cristianos que nunca han leído El progreso del peregrino (¡Bunyan, desde luego, era calvinista!).
2) Probablemente estos estudiantes nunca habían tomado los «pasajes de advertencia» de la Escritura con toda la seriedad teológica.
Tales pasajes de advertencia casi sirven de signos de puntuación en la carta a los Hebreos, que había sido escrita para alentar a los cristianos a seguir corriendo la carrera de la fe y no volver atrás (Heb 12:1-2; 13:22). Es una carta que habla de manera muy específica sobre el peligro de la apostasía: «Hermanos, cuiden de que no haya entre ustedes ningún corazón pecaminoso e incrédulo, que los lleve a apartarse [gr. apostēnai] del Dios vivo» (Heb 3:12).
Entre otras declaraciones significativas están Hebreos 2:1-4; 3:7-15; 4:1-11; 6:1-12; 10:26-39; y 12:14-29.
¿Cómo debemos entender esta enseñanza sobre la apostasía y el significado e implicaciones de la perseverancia en la Biblia?
1) Dios persevera
Primero, deberíamos considerar como un principio bíblico establecido que Dios persevera en la salvación de Su pueblo escogido.
Sostener otra postura lleva a conclusiones doctrinales peligrosas. Por ejemplo, rechazar que Dios persevera en la salvación de Su pueblo no solo niega la doctrina de la perseverancia de los santos —con su corolario, la eterna seguridad de los creyentes—, sino que priva de su significación a varias doctrinas bíblicas fundamentales. Estas doctrinas incluyen la elección, la predestinación y la obra permanente del Espíritu (Filipenses 1:6 y 2:12-13 se vuelven pálidos y decaídos bajo esta perspectiva).
Deberíamos considerar como un principio bíblico establecido que Dios persevera en la salvación de Su pueblo escogido
Además, las oraciones de Cristo se caen a pedazos ante el trono de Dios (contrario a Juan 17:11); Su asimiento de Sus ovejas se paraliza de manera misteriosa (contrario a Juan 10:27-30). Además, la posibilidad de seguridad sobre la salvación futura se fundamentaría irónicamente en la incertidumbre. ¿Dónde quedaría entonces la confianza en las verdades que afirma Romanos 8:29-39?
2) Los creyentes debemos perseverar
Segundo, necesitamos reconocer que la doctrina de la perseverancia significa que los propios creyentes deben efectivamente perseverar, a menudo frente a presiones abrumadoras para que desistan. La perseverancia es suavizada por la gracia, pero no por ello queda libre de esfuerzos. Hay tentaciones que afrontar; hay pecado interior que resistir; y las artimañas del diablo aún deben detectarse y se debe llevar la armadura de Dios a fin de vencerlo. Puede que incluso tengamos que resistir hasta el punto de derramar nuestra sangre (cp. Heb 12:4).
Pero estas son precisamente las características de la verdadera fe. El mensaje de Hebreos es, por lo tanto: asegúrense de que su fe sea así. Esta es la cuestión central de la descripción de los grandes héroes de la fe en Hebreos 11, que lleva hasta Cristo, el gran Héroe de la fe en 12:1-2.
3) La perseverancia se basa en la gracia, no en las experiencias
Tercero, necesitamos darnos cuenta de que las experiencias espirituales no son idénticas a la gracia salvadora.
Este principio subyace en Hebreos 6:4-12, el cual a menudo se cree que prueba fuera de toda duda que un cristiano verdadero puede cometer apostasía. En efecto, los versos 4-6 son descritos como la descripción más clara de un cristiano verdadero en todo el Nuevo Testamento: ser iluminado, gustar del don celestial, participar del Espíritu y gustar de la bondad de la Palabra de Dios y los poderes del mundo venidero.
Necesitamos darnos cuenta de que las experiencias espirituales no son idénticas a la gracia salvadora